Cualquier esfuerzo es válido para intentar que la gente lea más de lo que lo hace y visite con más frecuencia las bibliotecas.
Con esa premisa en mente se construyó la fachada la Biblioteca Pública de Kansas City, que se decoró con los lomos (gigantes, por supuesto) de las encuadernación de aquellas obras literarias que los propios habitantes de la ciudad consideran más representativas de la misma, y con el propósito de que la gente la utilice con más frecuencia.
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